Una persona usa una tableta blanca para navegar por aplicaciones de redes sociales, tocando el ícono de Instagram. La pantalla muestra íconos de Facebook, LinkedIn, Twitter y Tumblr sobre un fondo morado titulado "Red Social", contemplando la idea de una semana sin tecnología.

UNA SEMANA SIN TECNOLOGÍA

Estimados lectores, hoy os quiero contar mi experiencia con mis hijos y la tecnología, y me gustaría proponerles que lleven a cabo con sus hijos un detox de pantallas durante una semana. Resulta que tengo dos hijos de edades de 9 y 10 años y como todos los niños de estas edades, su mayor satisfacción es usar la tecnología sin control y a cualquier hora del día, siendo sus preferencias jugar a la play o ver en la tablet vídeos de cómo otras personas juegan a diferentes juegos, o de cómo se hacen slimes.

Esto conlleva que aunque entre semana el acceso a las pantallas está bastante controlado, llega el fin de semana y ocurre lo que me pasó que les voy a relatar.

Mi hijo sale del colegio un viernes y como si se le fuera la vida en ello, comienza ya a hablar de juegos, youtubers y demás temas relacionados con todo este mundo. Al llegar a casa, directamente se siente frente a la Tablet y me pide la merienda, sabiendo que es su momento y que nadie se  le va a coartar. Yo ese viernes concreto tenía que salir, pues tenía la graduación de mis alumnos de bachillerato del colegio en el que trabajo como orientadora; por lo que lo deje con los cascos puestos a las 19:30 horas (ya llevaba dos horas frente a la pantalla) esperando a que llegara su padre. Cuando vuelvo de la graduación, sobre la 1:30 de la madrugada me encuentro a mi hijo despierto, ya que habían estado viendo su padre y él una película de esas que les gustan a ellos, de superhéroes, guerra de las galaxias ect…

A la mañana siguiente cuando me despierto, me encuentro a mi hijo ya levantado, de nuevo pegado a la pantalla. Cuando le digo que se vista que vamos a salir, se pone hecho un basilisco y me dice que a él no le apetece salir, yo se en el fondo que no quiere salir de casa por no perder el tiempo que tiene para estar pegado a la pantalla. Finalmente nos hace caso, se viste y pasa el sábado como una persona normal. El domingo, ocurre de nuevo lo mismo. Cuando me levanto, él ya lleva un rato despierto y me dice que se ha levantado para jugar a la play. Le digo que deje de jugar que vamos a repasar el examen que tiene el lunes y entonces empieza de nuevo la guerra. No quiere, no está dispuesto a perder ni un minuto en nada que no sea estar pegado a la pantalla.

Que hacemos???. Hablamos con él y la tarde del domingo decidimos quitar todo, incluido el mando de la televisión. Ambos aceptan el castigo, mi hija mejor que él, y comienza una semana entera sin tecnología en casa.

¿RESULTADOS?

Están de mejor humor.

Han vuelto a jugar juntos.

Nos comunicamos más.

Salen a la calle con las bicicletas.

Leen, dibujan, juegan al ajedrez.

Vienen con nosotros de paseo.

Etc…

¿Que quiero decir con esto?, pues que después de los resultados obtenidos, hemos decidido controlar totalmente el acceso a la tecnología poniendo horas concretas, anticipando de antemano el tiempo que van a tener de acceso a la pantalla y por supuesto controlando lo que ven, aunque eso ya estaba controlado de antes con control parental.

Lo único que pretendemos con esto y que creo que es el quid de la cuestión aquí, es que como padres, no podemos dormirnos en los laureles y debemos estar siempre pendientes de que el acceso a la tecnología no se nos vaya de las manos con ellos, intentado conseguir que sean capaces de regularse y tener autocontrol cuando les toque dejar de jugar o de tener acceso a las pantallas. Para ello es importante tener muy claro los límites en este tema, transmitirle esos límites ambos padres, para que el niño vea que existe acuerdo entre todos, y ofrecer al niño otro tipo de juegos y actividades que también le satisfagan y le enseñen otro ocio diferente al relacionado con la tecnología.

 

 

Fdo. Pilar Muñoz Alarcón.

Psicóloga, especialista en Psicología Infantil.

 


Sobre la autora:

Pilar Muñoz Alarcón.

Psicóloga General Sanitaria.

Máster Psicología Clínica Infanto/ Juvenil por la AEPC.

Máster sobre intervención ABA en Autismo y otros trastornos del Desarrollo por la BACB (Behavior Analyst Certification Board).

Tutora de prácticum de grado y máster de las facultades de Psicología de Sevilla, UNED y UNIR.

Coordinadora del grupo de Trabajo de Atención Temprana del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Occidental (COPAO).

Directora del Centro de Psicología Infantil ÁBACO.