La disfagia se define como una dificultad o imposibilidad para tragar. Así, la disfagia neonatal se refiere a las dificultades de alimentación en el recién nacido. En los recién nacidos prematuros, debido a la falta de madurez, la coordinación de la succión, la deglución y la respiración se hace más complicada. Esta falta de coordinación, unida a otros factores, como que la madre no produzca la suficiente leche, o que el bebé tenga un frenillo lingual corto, pueden generar un rechazo del niño/a hacia la lactancia. La disfagia neonatal puede ser tratada tanto en bebés prematuros como en recién nacidos a término, que presenten dificultades en el proceso de la alimentación.
Según la Organización Mundial de la Salud, se considera recién nacido prematuro a aquel que nace con menos de 37 semanas de gestación. Este recién nacido prematuro, en general, se encuentra en unas condiciones de estrés al estar hospitalizado, que hacen que sea más difícil su adaptación al medio e influyen en el momento de la alimentación. Además de tener en cuenta la edad gestacional para lograr una alimentación eficaz, debemos valorar el tono muscular, la estabilidad fisiológica, el estado de alerta y la madurez del sistema nervioso, entre otros aspectos.
El bebé tiene tres reflejos básicos que le ayudan a alimentarse: búsqueda, succión y deglución. El reflejo de búsqueda se produce cuando tocamos la mejilla o la comisura de los labios y el bebé gira su cabeza, abre la boca y busca el pezón o el biberón para alimentarse. La succión es un movimiento coordinado de la lengua, labios y mejillas, que se pone en marcha al introducir el pezón, el dedo o el biberón en la cavidad oral. Estos reflejos maduran en diferentes edades gestacionales:
- Reflejo de deglución: 12-14 semanas.
- Reflejo de búsqueda: 30-32 semanas.
- Reflejo de apertura: 32-34 semanas.
- Protusión lingual: 32-34 semanas.
- Succión: 32-36 semanas.
- Succión-deglución: 34 semanas.
- Reflejo de arcada: 32-34 semanas.
- Reflejo de la tos: 30-32 semanas.
Por lo tanto, hasta la semana 36 de edad gestacional no hay seguridad en el proceso de alimentación oral. El bebé prematuro no tendrá una alimentación segura y eficaz hasta esa edad.
Podemos observar diferentes conductas o signos en el bebé que nos van a hacer sospechar de una posible disfagia:
- Rechazo de los alimentos.
- Empujan con las manos la tetina fuera de la boca.
- Rechazan el biberón.
- Tensión corporal mientras comen.
- Se cae hacia los lados.
- Aspiraciones.
- Pérdida de peso.
A la hora de intervenir en estos casos, vamos a tener en cuenta la posición de la madre y del niño en el momento de la alimentación, la sensibilidad y el tono muscular perioral e intraoral, la coordinación de la lengua, el cierre labial, la regulación del flujo de leche y la elección adecuada de las tetinas en cada caso.
La logopedia se encuentra dentro de las profesiones sanitarias generales. Una de sus especialidades es la disfagia neonatal, que se suele tratar dentro del hospital. La función del logopeda sería la evaluación y la intervención en el área de la comunicación, evaluar la alimentación y la deglución. La familia también será un agente activo de la intervención, además de estar coordinados con otros profesionales, según el protocolo establecido por la ASHA.
Sobre la autora:
Asunción Navajas Santos.
Logopeda. Col/29-1282
Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.
Técnico educación infantil.
Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología