Un niño con cabello rizado recibe ayuda de un adulto ajustando un audífono en un entorno clínico, abordando los desafíos de la comunicación en sordoceguera.

COMUNICACIÓN EN SORDOCEGUERA CONGÉNITA

Cuando hablamos de sordoceguera nos referimos a “aquellas personas con un deterioro combinado de la vista y del oído que dificulta su acceso a la información, a la comunicación y a la movilidad. Esta discapacidad afecta gravemente las habilidades diarias necesarias para una vida mínimamente autónoma, requiere servicios especializados, personal específicamente formado para su atención y métodos especiales de comunicación” (LEY 27/2007).

 

Los niños/as con sordoceguera congénita ya nacen con esta dificultad o la adquieren antes de que aparezca el lenguaje, por lo que van a necesitar una intervención específica. A la hora de llevar a cabo esta intervención, debemos tener en cuenta si existen restos sensoriales y, en el caso de que existan, de que forma podemos aprovecharlos de cara a una intervención más eficaz. También es importante tener en cuenta el momento de aparición del déficit y el nivel de funcionamiento actual.

 

El objetivo principal de la intervención con estos niños es mejorar su calidad de vida haciendo que la comunicación sea eficaz. Hay factores que influyen como el estado emocional del niño/a, la relación con su entorno y el desarrollo cognitivo. La relación con el entorno es un factor clave a la hora de llevar a cabo la intervención, ya que en sordoceguera el papel del adulto tiene mayor peso. El desarrollo del lenguaje debe darse en un entorno natural y partiendo siempre de los intereses del niño/a.

 

La comunicación en niños/as con sordoceguera es diferente, por lo que debemos tener en cuenta otros elementos de la comunicación que no son sólo verbales para así dar respuesta a sus necesidades específicas. Debemos aprender a responder al niño en la misma modalidad comunicativa en la que él/ella nos habla y hacer que se sienta escuchado/a. En estos casos la imitación de las conductas del niño/a es importante para comprender mejor sus intenciones, emociones o deseos. Como hemos comentado antes, el papel del adulto es fundamental para mantener la comunicación y hacer que esta sea dinámica y mantener el interés del niño/a.