Se ve a un niño con una camisa blanca hablando de perfil, con letras aleatorias saliendo de su boca sobre un fondo gris, representando la lucha de los niños con TEL para mejorar el lenguaje.

¿Cómo mejorar el lenguaje en los niños/as con TEL?

Cuando hacemos una intervención con un niño/a que presenta TEL, debemos tener en cuenta que el lenguaje es social, por lo que hay que enseñarles a usar este lenguaje y no sólo repetir frases como una conducta aprendida. Existen diferentes teorías acerca de cómo se aprende el lenguaje. La intervención va a depender de la teoría en la que nos basemos. Hay dos teorías principales en las que un/una logopeda basa sus intervenciones, la que considera que el lenguaje se aprende como una conducta y la que considera que el lenguaje se aprende a través de la interacción. Cuando consideramos que el lenguaje se aprende como una conducta, mandamos continuamente un feedback que interrumpe la comunicación y el niño deja de prestar atención a la conversación.

 

En un cuestionario de Khami sobre intervención en el lenguaje, se desmienten muchas prácticas que damos por válidas y, en el caso de los niños/as con TEL, no son tan eficaces. Cuando se varían las condiciones de aprendizaje, la enseñanza resulta más eficaz. La estimulación masiva o concentrada no es más eficaz que la estimulación variada. Como hemos comentado antes, un feedback continuado tampoco es la mejor opción. También pone en cuestión que más terapia, siempre es mejor. Debemos evitar usar enunciados telegráficos con niños con TEL, por ejemplo, mamá agua; debemos dirigirnos a ellos usando un leguaje normal. Las habilidades narrativas constituyen uno de los principales objetivos de intervención, ya que es fundamental para el éxito académico. Dentro de las funciones ejecutivas, la planificación y la memoria de trabajo mejoran el rendimiento de los niños con TEL.

 

Para mejorar la intervención con estos niños, a veces no basta con la práctica en el gabinete, debemos hacerlo también en otros contextos para que el aprendizaje se generalice, sea significativo y útil. Paul y Norbury (2011) sugieren que una o dos sesiones cada cierto tiempo, en distintos contextos, mejora los resultados. Por otro lado, para Kamhi (2014), la práctica distribuida en el tiempo es más eficaz que el aprendizaje masivo y concentrado, ya que mejora el rendimiento inicial y el aprendizaje se mantiene mejor.

La intensidad del tratamiento es otra cuestión importante. En palabras de Víctor Manuel Acosta, catedrático de la Universidad de la Laguna, los niños aprenden mejor cuando planificamos las sesiones, damos la intensidad y frecuencia adecuada en el tratamiento, si nos ajustamos al niño, si reformulamos bien lo que los niños nos dicen o si dejamos que tomen la iniciativa. Aprenden mejor así que si asignamos un color al nombre, al verbo, al adjetivo, etc., para aprender reglas gramaticales, es decir, aprenden mejor de forma implícita que explícita.

 

Cuando repetimos de forma correcta una frase que el niño/a ha dicho cometiendo errores, o cuando enseñamos vocabulario a un niño/a con TEL, tenemos que hacer más repeticiones que en los niños/as que no presenta TEL. Por otro lado, no se usa la misma técnica para enseñar vocabulario que para estructurar frases. Por esto, debemos planificar la intervención con el fin de establecer de manera clara con qué fin realizamos una actividad determinada y qué técnica es la mejor en cada caso y en cada momento.


Sobre la autora:

Asunción Navajas Santos.

Logopeda. Col/29-1282

Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.

Técnico educación infantil.

Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología