MI HIJO NO ME ESCUCHA, NO ME HACE CASO, NUNCA HACE LO QUE SE LE PIDE… Podemos alargar la lista de quejas hasta donde seamos capaces de ponerle fin y, SÍ, está en nuestras manos, es más sencillo de lo que piensas, sólo hace falta paciencia y sentido común.
Aprendemos a través de la emoción, de la motivación, tanto niños como adultos. Si estás ayudando a tu hija/o a realizar una tarea que incluso a ti te parece aburrida, no pretendas que la haga así sin más y sin rechistar, porque además ellos son niños y aun no conocen el sentido de la responsabilidad.
Sin embargo, sí que conocen la diversión, el cariño y el poder de las palabras.
En la mayoría de las ocasiones vamos con prisas, estrés y mil preocupaciones, dejando de lado lo realmente importante. ¨ ¡Come más rápido que llegamos tarde! ¨, pero no preguntamos con quien ha jugado ese día, si se lo ha pasado bien ese día en el colegio, o que le apetece hacer esa tarde.
Otras veces podemos incluso llegar a decir: ¨ Ahora no que estoy cansada/o… ¨, quitándole importancia a algo que sí la tiene para él o ella; y no somos conscientes de que más tarde, dicha frase se convierte en ¨ es que no me cuentas nada… ¨
Resulta mucho más eficaz hablar con nuestros hijos media hora al día, en un tiempo de calidad, que hablar y hablar mañana y tarde sin pensar, en muchas ocasiones, qué es lo que estamos diciendo y, peor aun, lo que estamos comunicando.
Desde pequeños tenemos nuestros gustos y preferencias, preocupaciones y conflictos. Desde el punto de vista del adulto son tonterías de niños. Desde el punto de vista de los más pequeños parece algo más serio. Es aconsejable escuchar sus miedos y temores, pero sin darle más importancia de la que tienen; preguntar qué les gusta hacer de verdad, en lugar de llenar las tardes de actividades que no les motivan ni divierten.
Claro está, que la educación de los niños no es un camino de rosas, pero con una comunicación eficaz se hace más llevadero.
Prestar atención a lo que nos quiere decir, sin juzgar cada palabra o cada acción, puede favorecer el desarrollo de un vínculo de confianza. Esto no quiere decir que le demos la razón en todo, simplemente se trata de aconsejar y anticipar consecuencias. Todo esto no parece tan fácil y divertido cuando llegamos a casa cansados después de estar todo el día en el trabajo, cuando hemos tenido un mal día o estamos de mal humor; sin embargo es importante que busquemos ese momento de conversación, aunque solo sean cinco minutos; incluso en algunos momentos, casi es mejor dejar la conversación para otro momento en el que seamos capaces de hablar y, sobre todo, de comunicar y escuchar.
Puede ser útil establecer un momento al día para hablar de forma tranquila, dejando al niño/a llevar la conversación de forma relajada, estando muy atentos a lo que nos dice y haciéndole entender que comprendemos lo que nos dice y nos interesa lo que nos está diciendo, comentándolo con él y demostrándole por nuestras expresiones faciales (risa, sorpresa, miedo…), que el lenguaje no es solo hablar, es comunicar y por lo tanto es también una conducta que hay que aprender y enseñar.
Sobre la autora:
Asunción Navajas Santos.
Logopeda. Col/29-1282
Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.
Técnico educación infantil.
Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología