Queridos amigos, hoy os vamos a hablar de un tema que aunque no es agradable, forma parte de la vida, y en muchos momentos requiere de intervención psicológica, sobre todo cuando afecta a los más pequeños.
La muerte de un ser querido, es un hecho que no llegamos a entender ni siquiera los adultos, por lo que los más pequeños no siempre consiguen superarlo ni canalizarlo de forma adecuada, pudiendo afectarles y traducirse posteriormente en problemas mayores.
Ese proceso se llama duelo, y se define como el proceso psicológico y emocional, que experimenta la persona tras el fallecimiento de un ser querido. Este proceso puede ser en muchos casos y dependiendo de muchos factores, un proceso muy doloroso.
El duelo es también un proceso dinámico, que requiere de un trabajo y elaboración personal de adaptación a la nueva situación.
La intensidad y la duración del duelo depende de muchos factores: tipo de muerte (esperada, repentina, violenta…), la intensidad del vínculo con el fallecido, el tipo de relación con la persona perdida (dependencia, conflictos, ambivalencia….) la edad etc…
Para ayudar a los más pequeños a superar el duelo, ha de pasar por cuatro fases principales, que serían las siguientes:
1. Asumir la realidad de la pérdida. El menor debe ser consciente de que la persona fallecida, no va a volver. Hemos de decirle la verdad y no debe albergar esperanzas de que en algún momento pueda volver a ver a ese ser querido. No decirles la verdad acerca del fallecimiento, o intentar enmascarar la realidad para protegerlos, diciéndoles cosas que lo puedan confundir, tales como, algún día volverá, seguro que lo vuelves a ver, o el simple hecho de postergar la comunicación de la pérdida, solo va a generar inseguridad y va a prolongar más el duelo.
2. Elaborar las emociones relacionadas con el duelo. Es importante enseñar al niño a percibir lo que siente y darle nombre. El proceso de duelo pasa por muchas emociones como tristeza, miedo, inseguridad, rabia e incluso sentimiento de culpa, por lo que los niños deben expresar en todo momento como se sienten, para poder ayudarlos a canalizar mejor esas emociones.
3. Aprender a vivir en el mundo donde el fallecido/a ya no está presente. Los niños deberán adaptarse a esta nueva situación, lo que conllevará un proceso que podrá ser más o menos largo y que debemos facilitar y respetar, comunicando en todo momento como va a ser su vida a partir de ahora, e intentando que se produzcan los mínimos cambios posibles en su vida, para no generarle inseguridad.
4. Recolocar emocionalmente al fallecido, y seguir viviendo. Los niños deben despedirse de la persona fallecida, y llevar a cabo algún ritual que haga que el niño pueda cerrar el duelo. En el caso de niños muy pequeños, puede estar bien hacer un dibujo o escribir una carta al fallecido y lanzarla al aire dentro de un globo, enterrar la carta junto a los objetos que él quiera, o si se trata de niños más mayores, permitir que vaya al cementerio o al responso para despedirse del ser querido.
Por ultimo, comentaros también que hablamos de superación de duelo, cuando somos capaces de recordar al fallecido sin sentir dolor, hemos aprendido a vivir sin él o ella, hemos dejado de vivir en el pasado, y podemos invertir de nuevo, toda nuestra energía en la vida y en los vivos.
Si os veis en algún momento en una situación de fallecimiento de un ser querido que afecta también a menores, y no sabéis como afrontarlo, os aconsejamos que acudáis al psicólogo, ya que este os va a ayudar a minimizar el dolor emocional que esta pérdida conlleva, guiándoos para que el proceso sea adecuado, pues una inadecuada gestión del duelo, puede derivar en trastornos psicológicos o emocionales graves.
Fdo. Pilar Muñoz Alarcón.
Sobre la autora:
Pilar Muñoz Alarcón.
Psicóloga General Sanitaria.
Máster Psicología Clínica Infanto/ Juvenil por la AEPC.
Máster sobre intervención ABA en Autismo y otros trastornos del Desarrollo por la BACB (Behavior Analyst Certification Board).
Tutora de prácticum de grado y máster de las facultades de Psicología de Sevilla, UNED y UNIR.
Coordinadora del grupo de Trabajo de Atención Temprana del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Occidental (COPAO).
Directora del Centro de Psicología Infantil ÁBACO.