Cuando un adolescente presenta tartamudez o disfemia, acude a la consulta por decisión propia o por la insistencia de padres y profesores. Esta diferencia del por qué acuden a recibir intervención logopédica es importante y un factor clave para la rehabilitación. Es importante establecer un buen vínculo con el adolescente y así conocer que papel tiene la tartamudez en su día a día.
La intervención en tartamudez no es igual en el niño que en un adolescente. Mientras que en el niño la terapia se lleva a cabo de forma indirecta, el adolescente ya es consciente de su disfluencia y la terapia será directa. Es imprescindible que identifique sus dificultades y sus capacidades de forma real y objetiva, así como expresar sus emociones.
Los aspectos claves del tratamiento son las pautas para mejorar la comunicación y los factores ambientales. La comunicación con los iguales es clave a esta edad. Además del habla, debemos intervenir sobre otros aspectos importantes en la comunicación como el contacto ocular, mantener los turnos en una conversación y fomentar la autoconfianza.
Por otra parte, también es importante identificar las situaciones en las que el adolescente siente temor o ansiedad, enseñándole a afrontarlas y evitando el consumo de ciertas sustancias, como alcohol o el cannabis, ya que se convencen de que les ayudan a hablar mejor.
Dentro de los factores ambientales, la comunicación en redes sociales favorece la autoestima del adolescente con tartamudez, ya que está en igualdad de condiciones al comunicarse de una forma no verbal. Así nadie puede notar sus problemas de fluidez.
Palabras como vergüenza, miedo, descontrol, rapidez o fallo pueden definir lo que significa la tartamudez para un adolescente.
Sobre la autora:
Asunción Navajas Santos.
Logopeda. Col/29-1282
Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.
Técnico educación infantil.
Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología