Una persona vestida con una sudadera con capucha y jeans se sienta en los escalones exteriores con la cabeza gacha y las manos cubriéndose la cabeza, lo que sugiere un estado de angustia o pensamiento profundo, posiblemente reflejando el trauma del abuso sexual infantil.

ABUSO/AGRESIÓN SEXUAL INFANTIL Y ADOLESCENTE

Hoy os hablamos de un tipo de abuso o agresión que, por desgracia, es más común de lo que pueda parecer. Según Save the Children entre el 10 y el 20% de la población española, ha sido víctima alguna vez de abusos sexules en la infancia.

 

Los niños son mayormente abusados entre los 11 y los 12 años, y el agresor suele ser un conocido con autoridad, y en niñas, la edad en la que normalmente son abusadas es entre los 7 y los 9 años, principalmente por un agresor que pertenece al entorno familiar.

 

Estos niños y niñas suelen ser vulnerables, motivo por el cual el abusador/a los elige como víctima, siendo las siguientes características de las víctimas las más comunes:

 

  1. Pasivos, sin afecto, con poca confianza en sí mismos, aquellos que son más manipulables.
  2. Que pertenecen a familias disfuncionales, donde se carece de la figura de un adulto protector.
  3. Con discapacidad intelectual.

 

Las personas que llevan a cabo los abusos no tienen un perfil psicológico de abusador/a sexual, es decir, nadie diría, a simple vista, que son monstruos o que tengan algún tipo de enfermedad mental. Sin embargo, este tipo de personas son, mayoritariamente, hombres y pertenecen a un entorno cercano a la víctima.

 

Para que exista abuso o agresión sexual, Felix López y Amaia del Campo nos dicen que, deben estar presentes los dos siguientes criterios en la relación agresor/a-victima:

 

  1. Coerción. Esto se da cuando, la persona que lleva a cabo el abuso o la agresión, utiliza la diferencia de poder que posee para conseguir que la víctima actúe de una determinada manera.

 

  1. Asimetría. Este criterio se entiende como asimetría en la edad, cuando víctima y agresor/a tienen diferente edad (generalmente el agresor/a es mayor que la víctima); asimetría en anatómica, es decir cuando, independientemente de la edad, el agresor/a posee unas características corporales (tamaño, fuerza, etc.) superiores a las que posee la víctima; asimetría en la madurez, en habilidades sociales o en experiencia sexual.

 

Según el informe de Save the Children “Ojos que no quieren ver” existen algunos mitos que rodean el abuso sexual, mitos que no se corresponden con la realidad. Y es que la realidad sobre este tipo de abusos y agresiones no es lo que puede parecer.

 

  1. Entre un 10 y un 20% de la población ha sido víctima de abusos sexuales en su infancia.
  2. No existe un perfil psicológico del abusador/a sexual.
  3. No son tan fáciles de detectar ni revelar.
  4. La gravedad de los efectos depende de factores.
  5. El abuso sexual ocurre en todos los tipos de familias.
  6. Seis de cada diez abusadores son conocidos en distinto grado por los niños y niñas.
  7. Los abusos sexuales a menores de edad, suelen darse de forma paulatina y progresiva.

 

Los signos de alerta que podemos observar en niños y niñas que han sufrido algún tipo de abuso o agresión sexual son:

 

  • Miedo generalizado.
  • Hostilidad y agresividad.
  • Culpa y vergüenza.
  • Baja autoestima y sentimientos de estigmatización.
  • Trastorno del estrés postraumático.
  • Depresión.
  • Rechazo del propio cuerpo.
  • Retraimiento social.
  • Problemas de identidad sexual.
  • Masturbación compulsiva.
  • Excesiva curiosidad sexual.
  • Conductas exhibicionistas o promiscuidad.
  • Conocimiento sexual precoz o inapropiado para su edad.

 

¿Cómo podemos prevenir este tipo de abusos o agresiones?

 

  1. Con educación sexual y afectiva desde edades tempranas en nuestros pequeños.
  2. Parentalidad positiva, dandole más confianza en sí mismos para que sean menos vulnerables y manipulables por otros.

 

¿Qué debemos hacer si un menor (hijo/a, sobrino/a, etc.) nos hace saber o tenemos la sospecha de que ha sufrido un abuso o una agresión sexual?

 

  1. Escuchar al menor o la menor sin juzgar lo que haya hecho y sin hacerle demasiadas preguntas acerca de lo que pasó.
  2. Mantener la calma cuando el menor o la menor nos esté revelando lo que ocurrió.
  3. Denunciar los hechos y no contar lo sucedido a demasiadas personas.
  4. Ponerse en contacto con un profesional que pueda orientarnos en cómo proceder.

 

Fdo. David Pérez Plata.

Psicólogo General Sanitario.

 

 

Bibliografía.

 

LÓPEZ, F. Y DEL CAMPO, A. (1997a). Prevención de abusos sexuales a menores. Guía para educadores. Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos sociales y Amarú Ediciones.

 

Ojos que no quieren ver. Septiembre de 2017. Save the Children. ANEXO ANDALUCÍA.

 


David Pérez Plata

Psicólogo General Sanitario – Máster psicología infanto/juvenil.