Uno de los modelos que más se utiliza para explicar como se adquieren los procesos de lectura y escritura, es el propuesto por Frith, en el que se proponen tres etapas: etapa logográfica, etapa alfabética y etapa ortográfica.
Se ha demostrado que los niños/as de 3 y 4 años son capaces de reconocer un pequeño grupo de palabras familiares. Utilizan claves visuales, rasgos, color, el contorno de la palabra, etc., para reconocer palabras que ven frecuentemente. En esta etapa tendrán problemas para diferenciar visualmente palabras parecidas, como paso y paco. Este aprendizaje es memorístico y depende del contexto. Algunos autores cuestionan que esta etapa sea obligatoria, ya que hay niños/as que presentan habilidades fonológicas antes de que empiecen el aprendizaje de la lectoescritura. La escritura también pasa por esta etapa. Los niños/as realizan símbolos gráficos diferentes a la escritura a los 3 y 4 años con la intención de comunicar. Esto les acerca al aprendizaje de la relación del fonema con el grafema. Estar expuestos a la escritura en el hogar facilita el acceso a este aprendizaje.
En la etapa alfabética comienza la enseñanza intencional de estrategias de codificación y decodificación fonológica. El niño/a es capaz de separar oralmente palabras en sílabas y aprenden que las palabras y sílabas están compuestas por unidades más simples. Asignan una grafía a un fonema que han podido aislar en el habla, por lo que empiezan a tener conciencia del fonema. También asignan a la grafía de un fonema un sonido. De esta forma une los fonemas para comprender la palabra que ha leído, desarrollando la ruta fonológica. Poco a poco va automatizando estos procesos y se sumerge en la siguiente etapa.
La etapa ortográfica se caracteriza porque el niño/a es capaz de leer palabras de forma global: realiza la codificación y decodificación y accede al significado rápidamente. Empiezan a utilizar la estrategia ortográfica a los 7 u 8 años. Son capaces de leer de forma rápida palabras que han leído frecuentemente y que han quedado almacenadas en su memoria. Treisman (1960), propuso el término de lexicón interno para llamar a este almacén de palabras. Para acceder a él, el sistema logogen recoge información auditiva, visual y contextual para reconocer la palabra que estamos leyendo. Este proceso se lleva a cabo, como hemos comentado antes, de forma rápida, lo que nos permite comprender y autorregular la lectura. Los errores que se producen en la etapa ortográfica se deben a la ausencia de una representación ortográfica correcta. Así, la exposición a la forma correcta de la palabra el mayor número de veces posible, ayuda a que se almacene de forma correcta en su almacén de memoria ortográfica.
Aunque hemos indicado una edad para el desarrollo de estas etapas, estos datos son orientativos. Esto no significa que todos los niños/as aprendan a leer a la misma edad. Es cierto que desarrollar estrategias de conocimiento fonológico ayuda al aprendizaje de la lectura y la escritura y este entrenamiento fonológico se lleva a cabo ya desde la etapa de educación infantil. Sin embargo, cada niño/a sigue su propio ritmo de aprendizaje, sin tener en cuenta la edad en las etapas iniciales del desarrollo de la lectoescritura. Así, en el próximo artículo comentaremos cuáles son las habilidades que facilitan el proceso de aprender a leer y escribir.
Sobre la autora:
Asunción Navajas Santos.
Logopeda. Col/29-1282
Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.
Técnico educación infantil.
Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología