Con motivo del día mundial del autismo, nos ha parecido útil transmitir una información acerca de la identificación de los signos que nos pueden hacer sospechar que nuestro hijo/a presenta este trastorno. Al mismo tiempo, esta información también resulta de interés para poder diferenciar entre Trastorno del Espectro Autista o Trastorno Específico del Lenguaje, ya que en la mayoría de las ocasiones los síntomas se suelen confundir, sobre todo a edades tempranas.
En el Trastorno del Espectro Autista (TEA), el área más afectada es el área social. Los primeros síntomas aparecen alrededor de los 12-24 meses. Se sospecha de sordera en el niño/a, que normalmente se descarta, se observa retraso en el desarrollo o una pérdida del lenguaje existente hasta ese momento.
En los niños/as con Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), se observa un inicio tardío del lenguaje, a partir de los 24 meses. La evolución del mismo es lenta y se descarta que exista discapacidad auditiva que explique los déficits. El TEL se puede identificar a los 4 años, aunque se debe confirmar un año más tarde, a los 5 años.
A nivel cognitivo, en los niños/as con TEA puede aparecer Discapacidad Intelectual. También existen casos sin Discapacidad, en los que se observa una descompensación entre sus capacidades intelectuales y habilidades funcionales adaptativas.
En el TEL, se descarta que exista Discapacidad Intelectual que explique el trastorno. Se necesita un CI no verbal mínimo de 85 para que podamos hablar de TEL y descartar otro tipo de trastorno del neurodesarrollo.
En el área de comunicación e interacción social, los niños/as TEA no son capaces de mantener una atención compartida, es decir, señalar con las manos, mostrar o llevar objetos para compartir con otros. Son incapaces de seguir cuando otro señala con las manos o con la mirada. Su lenguaje es unilateral. Lo utilizan para pedir o clasificar, pero raramente para compartir sentimientos o mantener una conversación. No utilizan gestos cuando hablan, no suelen iniciar una interacción, no mantienen contacto ocular o aparece de forma muy reducida.
La comprensión del lenguaje es peor que la expresión, que suele ser poco natural, pedante y hablan de forma literal, pero sin afectación de la morfosintaxis. No entienden las bromas o los dobles sentidos y el habla suele ser robotizada, por la alteración en la prosodia.
En los niños/as con TEL la atención compartida no se encuentra alterada y no presentan dificultades en la intención comunicativa. Sin embargo, al inicio del trastorno pueden ser niños que señalan poco o que no suelen mirar cuando se les habla, en los casos de TEL semántico-pragmático. También pueden observarse algunas dificultades en interacción conjunta o intención comunicativa asociadas a dificultades en la comprensión del lenguaje. No presentan dificultades en el uso de gestos cuando hablan, aunque si la alteración en el área pragmática es muy acusada pueden aparecer dificultades en la comunicación no verbal. Las dificultades para interactuar con otros se deben al déficit en comprensión verbal; a menor comprensión, mayores dificultades en la interacción. Los niños/as con TEL, a diferencia de los niños/as con TEA, si mantienen el contacto ocular, aunque de forma modulada en relación con sus dificultades en comprensión.
Dependiendo del subtipo de TEL, encontramos alteraciones en la comprensión, la expresión, fonología, semántica, morfosintaxis, pragmática y en el discurso.
En cuanto al comportamiento, en los niños/as con TEA, hablan de forma repetitiva, con ecolalias que a veces no son funcionales o hablan en tercera persona para referirse a ellos mismos. Se resisten a los cambios, necesitan seguir siempre la misma rutina y suelen mostrar un fuerte apego a un objeto o una intensa preocupación por algún tema concreto, al que le dedica mucho tiempo y del que acumula mucha información, derivando la conversación siempre hacia este centro de interés.
En el juego, los niños/as con TEL, presentan dificultades a nivel social por la falta de comprensión, que da lugar a aislamiento social. Presentan problemas en el juego imaginativo y prefieren los juegos de tipo mecánico.
En el TEA, los patrones de juego son extraños, falta de juego social compartido o se muestran inflexibles ante cualquier cambio de las reglas de un juego.
Los niños/as con TEA no suelen compartir emociones, ya que presentan dificultad en el reconocimiento de emociones propias y ajenas, así como para gestionarlas.
En el TEL, pueden aparecer dificultades emocionales en la adolescencia, asociadas a aislamiento social, dificultad para entender la expresión facial y el tono de voz.
Muchos de los síntomas de ambos trastornos son similares. Como comentamos al inicio, sobre todo en los primeros años se pueden confundir. Es importante un diagnóstico y una intervención adecuados en estos primeros años, ya que de ello va a depender la evolución o pronóstico del niño/a, por lo que si observa alguno de estos síntomas no dude en acudir al profesional adecuado.
Sobre la autora:
Asunción Navajas Santos.
Logopeda. Col/29-1282
Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.
Técnico educación infantil.
Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología